Diego Forlan: Luto por los ex-compañeros y los futbolistas del Chapecoense que fallecieron en el accidente.

Igual que el resto del mundo, aún estoy en shock por el accidente aéreo en Colombia. Conocía a tres de los jugadores como antiguos compañeros de equipo.

Fotos de AP, AFP y Getty.
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Igual que el resto del mundo, aún estoy en shock por el accidente aéreo en Colombia. Conocía a tres de los jugadores como antiguos compañeros de equipo.

Los futbolistas coinciden con muchos otros jugadores durante el curso de su carrera. Es una profesión inusual, en la que tienes una relación muy estrecha con un grupo de jugadores a los que ves cada día, con los que viajas a todas partes y compartes penas y alegrías.

Los ves más que a tu propia familia, te animan a ser amigos, a formar un vínculo que te ayuda dentro y fuera del campo.

Después un día se marchan y apenas les vuelves a ver. Sigues en contacto con los más allegados, pero es difícil mantener el contacto con todos.

Cleber fue mi compañero de equipo en el Atlético de Madrid. Fichamos por el club en el verano de 2007 y nos llevamos bien. Yo practicaba el portugués con él, un brasileño al que le gustaba hacer bromas. Le vi aprender español. Íbamos a barbacoas. Había un buen ambiente en ese equipo.

Era un muy buen futbolista en un equipo con un talento excepcional. Teníamos a otro joven sudamericano, Sergio Agüero, además de Simao y Maxi Rodriguez. Cleber era rápido, duro y habilidoso – por eso el Atlético lo compró del Santos. Podía irse en el uno contra uno, podía chutar desde fuera del área.

Sin embargo, en el Atlético le pudo haber ido mejor. Jugó 23 de 38 partidos de liga, pero a menudo como suplente, y nunca encadenó los cinco o seis partidos que necesitaba para ganar confianza. Todos los jugadores pasan por algo así, pero aun así contribuyó al equipo que se clasificó para la Uefa Champions League por primera vez en 12 años.

La siguiente temporada, Cleber fue cedido al Mallorca. Era titular cada semana, pero estuvo ausente en el partido contra el Atlético, así que no tuve que preocuparme por jugar contra él.

Estaba de vuelta cuando coincidimos por segunda vez esa temporada, uno de los mejores jugadores en una victoria del Mallorca por 2-0.

También marcó en una victoria contra el campeón, el Barcelona, y en una victoria en el campo del Real Madrid. Era un jugador de primer nivel en una de las mejores ligas del mundo.

Hasta esta semana, Cleber era el capitán del Chapecoense, el maestro que movía los hilos por detrás de los delanteros.

Era un momento feliz en su carrera, jugando en un equipo con una historia increíble.

Desde una ciudad provincial de Brasil, el equipo progresó de la serie D en 2009 a la serie A, un ascenso increíble para competir con los gigantes de grandes ciudades como Rio de Janeiro, Sao Paulo, Belo Horizonte y Porto Alegre.

El Chapecoense estaba a punto de jugar su mayor partido, el espíritu del equipo estaba en lo más alto mientras viajaban a la final de la Copa Sudamericana en Medellín.

Por el camino habían eliminado a mi antiguo equipo, Independiente, y a nuestros vecinos en Buenos aires, San Lorenzo.

No por casualidad se les comparaba con el Leicester City, el equipo que demostró que la vida puede estar llena de sorpresas.

Lo siento tanto por las familias y amigos del desastre aéreo, por la pequeña ciudad de Chapecoense, por los amigos y familiares de los demás pasajeros incluyendo a los periodistas que, como nosotros, viajan por todo el mundo para cubrir el deporte que amamos.

Josimar fue otro excompañero que iba en el avión. Jugamos juntos en el Internacional de Portoalegre. Era un hombre tímido, honesto y respetuoso, original de Pelotas, cerca de la frontera con Uruguay. Así que para mí era casi como un compatriota.

Jugó en el Inter, uno de los equipos más grandes en el sur de Brasil. Era excelente – versátil y un maestro en los espacios pequeños, era uno de los más importantes en el Chapecoense. No me gusta juzgar a la gente por la primera impresión, pero mi primera impresión de él nunca cambió. Era un hombre honesto en el que podía confiar.

También jugué con Alan Ruschel, una de las tan sólo seis personas que sobrevivieron al vuelo. No le conocía tan bien como a Josimar o Cleber. Entrené con él durante un mes antes de mudarme a Japón en 2014. Era tímido y nuevo en el equipo – de hecho provenía de Chapecoense, y había regresado.

La reacción al accidente ha sido increíble: los colores del Chapecoense – el equipo de una pequeña ciudad de la que la mayoría de gente fuera de Sudamérica nunca ha oído hablar – luciendo en la Torre Eiffel y el estadio de Wembley. Entremedio de las rivalidades y los problemas, el fútbol es capad de mostrar una solidaridad maravillosa.

Aplaudo al Atlético Nacional, el mejor equipo de Sudamérica 2016 después de ganar la Copa Libertadores, por declarar que el título debería ser para el Chapecoense. Mi Peñarol perdió ambas veces contra ellos en la fase de grupos. Jugarán en el mundial de clubes a finales de este mes en Japón. Y también aplaudo a los aficionados del Atlético que fueron al estadio a mostrar sus respetos a la hora en que su equipo debía jugar contra el Chapecoense.

También aplaudo el gran número de clubes brasileños y demás ofreciendo jugadores al Chapecoense para la próxima temporada – gratuitamente.

Igual que el Torino y el Manchester United, dos grandes clubes que sufrieron sus propios desastres aéreos, el Chapecoense no puede morir.

Deben seguir adelante en memoria de los que han perdido la vida y aquellos luchando actualmente por la suya.